A menudo hemos oído cosas, que nos han condicionado, de manera pequeña, pero al fin y al cabo nos han influenciado, ya sea por la red, por amigos familiares, pero no todo los que se dice olle ve es cierto...
1. Usamos sólo el 10 % de nuestro cerebro
Falso. Este mito lleva arraigado mucho tiempo en nuestra
sociedad alentado, sobre todo, por los creyentes en poderes paranormales que se
escudan siempre en él para justificar esas capacidades sobrenaturales. Aparte
de la falacia que supone dar una cifra concreta a un asunto tan complejo (¿de
donde se han sacado eso del 10 %?¿Por qué no el 19% o el 7.32 % ¿), ningún
estudio serio ha demostrado jamás semejante engañabobos. Al analizar una serie
de imágenes computacionales y escáneres de resonancia magnética nunca se ha
encontrado ninguna zona "durmiente" en el cerebro. Analizando las
células o neuronas de un individuo no se encuentran tampoco áreas inactivas o
zonas que no estuvieran funcionando. Decir que nuestro cerebro funciona al 10%
es tan engañoso como decir que nuestro intestino funciona al 10% porque no
somos capaces de digerir piedras o que nuestros ojos funcionan al 10% porque no
somos capaces de ver a través de las paredes como Superman.
2. Las uñas y el pelo siguen creciendo después de muerto
Falso. Por mucho que te juren y perjuren que lo han visto
con sus propios globos, no se trata más que de una ilusión óptica generada por
el retraimiento de la piel del cadáver, según afirman los investigadores. El
crecimiento de uñas y pelo requiere de un complejo proceso hormonal que se
paraliza en el momento de morir. Los forenses están hartos de ver cuerpos sin
vida y jamás han confirmado que les sigan creciendo estas partes a los
afectados. Y ellos sí que tienen posibilidad de medir y observar de forma rigurosa
todos estos detalles y sin, embargo, no se tienen noticias serias de una sóla
afirmación en sentido favorable al mito.
3. Cortarse el pelo al cero hace que crezca más áspero y
rápido
Falso. Este mito si que lleva tiempo instalado en nuestra
sociedad. Hasta los propios peluqueros lo aconsejan cuando ven que el cliente
les llega con problemas de calvicie incipiente. Sin embargo, no se trata más
que de otra ilusión. Los investigadores encontraron varios estudios que han
comparado parches de cabello que crece después de rasurarse y otros sin
rasurarse. Se descubrió que el cabello rasurado no crece más rápido y nace sin
una punta muy fina que se encuentra en el cabello sin rasurar, lo cual da la
impresión de ser más grueso y más áspero. Además, la sensación subjetiva de ver
una cabeza completamente pelada y al poco tiempo, verla oscurecida por el pelo,
puede ser muy engañosa. Cuando tenemos el cabello largo, sin embargo, apenas
notamos el crecimiento hasta que no se trata ya de algunos centímetros.
De igual modo, coexistiendo con esta falsedad, tenemos otra
que dice que cortarse los pelillos de las piernas, hace que te crezcan más
fuertes y en más negros. De nuevo otra mentira muy extendida precisamente por
el aspecto subjetivo que ofrecen los pelos salientes con respecto a los que
estaban ya largos. Además, si esto fuera cierto, habría muchas mujeres que
tendría los pelos de las piernas como púas del 15, y sin embargo, se pasan años
depilándose con maquinillas de afeitar y siempre los tienen igual (no admitimos
las evidencias referidas a las suegras).
4. Hay que beber 2 litros de agua al día
Falso. Este mito se ha extendido gracias a la nueva cultura
de la imagen y del culto al cuerpo. Las modelos no paran de decir por
televisión que ellas mantienen su esbelta figura gracias a que beben mucha agua
durante todo el día. Por otro lado, hoy parece que todos los alimentos poseen
propiedades negativas para el cuerpo humano. Si no es porque tienen colesterol,
es porque tienen grasa, y si no, porque tienen azúcar, y si no, porque tienen
exceso de oligoelementos y si no, porque tienen pocas vitaminas y si no, porque
tienen demasiadas vitaminas. Solución: bebemos agua a raudales y tan felices.
Los investigadores bucearon en los estudios que existen sobre el tema y no han
encontrado uno sólo que mantenga esta afirmación.
No necesitamos tanta agua en nuestro cuerpo para estar
sanos. De hecho, los estudios demuestran que nuestro cuerpo es muy bueno para
regular cuánta agua necesitamos, y por eso nos indica cuando tenemos sed. Y
además, no se necesita beber tanta cantidad de agua pura porque la necesaria se
puede encontrar perfectamente en otro tipo de líquidos que bebemos a diario,
como por ejemplo en el café, en los zumos, leche o en los propios alimentos.
5. Leer con poca luz daña nuestros ojos
Falso. Esto lo llevamos escuchando desde nuestros padres,
que nos regañaban cuando nos poníamos a leer comics de terror a la luz de una
vela. Mito que se ha mantenido durante generaciones porque es cierto que cuando
estamos forzando la vista se produce un estrés temporal que irrita o cansa la
vista, sin embargo, en cuanto volvemos a las condiciones normales de luz,
desaparece ese estrés temporal y no queda ningún daño permanente en nuestro
ojo. La evidencia científica confirma este hecho. Lo que sucede es que tampoco
es aconsejable leer en malas condiciones lumínicas porque no tiene sentido
sufrir irritaciones en los ojos pudiendo evitarlo. Sabiendo que no existe
posibilidad de daño permanente quedamos más tranquilos, pero seguimos recomendando
leer con iluminación adecuada.
6. Comer de noche engorda
Falso. Este mito lo llevan a rajatabla todos aquellos que en
algún momento de su vida han tenido que hacer dieta. Lo han escuchado decenas
de veces: prohibido comer de noche. A partir de cierta hora nocturna, cerrar la
boca y tirar la llave al mar. Tras una revisión exhaustiva de la literatura
científica al respecto, nuestros investigadores no encontraron la más mínima
evidencia de esta afirmación. Comer de noche engorda exactamente igual que
comer de día. Este mito parece ser que nació por un estudio solitario y sin
cotejar que publicaron en Suecia donde afirmaban que encontró que mujeres
obesas dijeron comer más en la noche que las no obesas. La simple realidad es
que las mujeres obesas no son sólo "comedoras nocturnas" sino en
general comen más durante todas las comidas. Lo único cierto es que la gente
sube de peso porque consume más calorías de las que quema, así de claro y de
rotundo. Si no quieres engordar, no comas. Pero ni de noche ni de día. Lo
sentimos si te hemos fastidiado la ilusión de dejar esos kilitos de más,
cerrando el pico a partir de las 6 de la tarde.
7. La Coca-Cola deshace la carne en 48 horas
Falso. A los que no tomamos la Coca-Cola nunca nos ha
afectado esta leyenda urbana, pero reconozco que cierta curiosidad ha
despertado en el resto de la concurrencia. Sin embargo, este mito resulta de lo
más fácil de reventar. Simplemente toma un filete de lomo, ponlo en un
recipiente con la bebida y espérate dos días a ver lo que pasa. Ya te lo
adelanto yo: nada. El filete sigue tan rollizo como cuando estaba dentro del
frigorífico. Así pues, los bebedores compulsivos de la marca más famosa del
Universo, ya podéis inyectaros el dulce líquido hasta que aguanten vuestras
vejigas. Estáis a salvo de incómodos agujeros intestinales. Y si lo aliñáis con
otro tipo de bebidas no tan inocentes pero igualmente aromáticas, el resultado
puede ser glorioso para los agujeros, pero esta vez del bolsillo.
8. Con el frío perdemos calor corporal por la cabeza
Falso. A medida que se acerca la navidad y con ella el frío
de invierno boreal la gente comienza a usar sombreros porque se nos dice que
perdemos entre 40 y 45% del calor corporal por la cabeza. Pues no. En
temperaturas bajas se pierde calor por cualquier parte del cuerpo descubierta,
y la cabeza no tiene nada de especial, aseguran los investigadores. Estudios
realizados con cámaras infrarrojas han demostrado de forma rotunda ese hecho.
El calor se va por cualquier lado del cuerpo. Quizá este mito ha surgido por la
creencia de que la gente se resfría con más frecuencia si va con la cabeza
destapada (otro mito). Lo que si es cierto es que en condiciones de bajas
temperaturas debemos abrigarnos al máximo posible si, pero todo el cuerpo.
9. El azúcar vuelve hiperactivos a los niños
Falso. Los investigadores encontraron al menos 12 estudios
que analizaban el comportamiento de los niños con dietas que contenía distintos
niveles de azúcar y nunca han encontrado diferencias entre ellos. Ni siquiera
en estudios de niños que eran considerados "sensibles" al azúcar se
encontró una diferencia en el comportamiento tras consumir alimentos libres de
azúcar y alimentos con azúcar. Lo más curioso es que en otros estudios que han
realizado sobre los padres, se llegó a la conclusión de que éstos afirmaban
encontrar a los niños mas activos cuando tomaron azúcar, incluso cuando en
realidad lo que tomaron los infantes fue un placebo. Es decir, que los padres
tienen el mito tan arraigado que ellos mismos se convencen de que sus hijos se
vuelven hiperactivos con la ingesta de azúcar aunque no sea cierto.
Evidentemente, hay que tener cuidado con los excesos de glucosa, pero más por
una cuestión de salud alimentaria y obesidad que por la hiperactividad.
10. Las resacas se pueden curar y evitar dar positivo en
control de alcoholemia
Falso. ¡Que más quisiéramos! Se están realizando
experimentos con un cierto tipo de sustancias empleadas por los anestesiólogos
que parece que algún día podrán curarlas en tiempo record, pero por ahora, no
vale ninguno de los remedios caseros que has escuchado para no dar positivo en
los controles de alcoholemia. No te pongas un grano de café bajo la lengua, no
te tomes un protector de estómago, no tomes café con sal, no te laves los
dientes con menta. Todo eso te lo puedes ahorrar porque a día de hoy no existe
ninguna forma de evitar un positivo con el etilómetro si has bebido alcohol.
Por cierto, Murciélago no es la única palabra del español
que contiene las 5 vocales…
Mí estimada señora: piense un poco y controle su euforia. Un
escuálido arquitecto llamado Aurelio, o quizás Eulalio, dice que lo más
auténtico es tener un abuelito que lleve un traje reticulado y siga el
arquetipo de aquel viejo reumático y repudiado que consiguiera (en su tiempo)
ser esquilado por un comunicante que cometió adulterio con una encubridora,
cerca del estanquillo.
Señora escritora: si el peliagudo enunciado de la ecuación
la deja irresoluta entonces mejor olvide su menstruación y piense de modo
jerárquico. No se atragante con esta perturbación que no va con su milonguera y
meticulosa educación.
Esto es de José Fernando Blanco Sáchez, en una carta al
periódico ABC.
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